Hoy,
primero de Mayo, el proletariado europeo y americano pasa revista por
vez primera a sus contingentes puestos en pie de guerra como un
ejército único, unido bajo una sola bandera y concentrado en un
objetivo: la jornada normal de ocho horas, que ya proclamara la
Internacional en el congreso de Ginebra en 1889, y que es menester
elevar a ley. El espectáculo del día de hoy abrirá los ojos
a los capitalistas y a los grandes terratenientes de todos los países
y les hará ver que la unión de los proletarios del mundo es ya un
hecho.
¡Ya
Marx no vive, para verlo, a mi lado!
Londres,
1 de mayo de 1890.
F.
ENGELS.1
Este
1º de Mayo, nuevamente las afiliadas y afiliados de CTA nos hemos
dado cita en Cádiz para celebrar el Día Internacional del Trabajo.
A esta convocatoria hemos acudido conjuntamente con los sindicatos de
AO, USTEA, CGT y SAT y la Coordinadoras de Profesionales del Metal,
con los que conformamos Confluencia Sindical de la Bahía de Cádiz;
que este año ha sido la convocante de la manifestación. A esta
convocatoria se han sumado numerosos colectivos como la Marea Blanca,
Marea Verde, Colectivo de Pensionistas, Colectivo Feminista,
Colectivo
de Desempleados,
USO y algún otro más.
Bajo
el lema "Unidad y Solidaridad
Obrera"
la manifestación hizo su recorrido por los barrios obreros de Cádiz,
llevando el mensaje de lucha, reivindicación y de unidad a la clase
obrera gaditana y a los demás sectores populares.
Hasta
aquí, un sucinto relato de lo ocurrido este 1º de mayo. Pero
debemos de aprovechar la ocasión para analizar y sacar conclusiones
que nos puedan servir en nuestras luchas.
Comencemos
pues, con lo que dice la prensa burguesa con motivo de las dos
manifestaciones que este 1º de mayo, como en otros años, han
transcurrido por distintos lugares de la capital. El Diario de Cádiz
habla de "desunión" de la clase obrera, "desunión"
que provoca que la patronal se frote las manos de gozo. Pero lo que
no hace -de ninguna de las formas- este periódico burgués es
analizar o explicar el motivo de esas dos manifestaciones, de esa
presunta desunión. Y el motivo no puede estar más claro. Por un
lado, CCOO y UGT, convertidos en agentes sociales2,
han dejado de representar los intereses de la clase obrera en el
estado español y han pactado con la patronal, a espaldas de esta
misma clase obrera, toda una serie de medidas y reformas que han
llevado a la miseria y a la sobreexplotación a millones de
trabajadoras y trabajadores en este país. El funesto "Pacto de
Toledo" que tan excelentes resultados ha aportado a los balances
de las grandes empresas, ha supuesto, al mismo tiempo, el
empeoramiento generalizado en las condiciones de vida de la clase
obrera y de amplios sectores populares; ha supuesto un durísimo
golpe a la negociación colectiva, ahora controlada por estos agentes
sociales, provocando la desmovilización de las masas trabajadoras,
dejándolas inermes a los pies de las empresas, aumentando la brecha
entre explotadores y explotados. Este es el motivo por el cual, el
gobierno -que gestiona los intereses de la burguesía- ha ido
endureciendo las medidas represivas en previsión de una respuesta
popular que confronte la criminal política del capital.
Frente
a esta situación de ataque frontal contra la clase obrera por parte
de la burguesía, tanto nacional como internacional, una serie de
organizaciones sindicales han mantenido el hilo
rojo
que conecta con el auténtico sindicalismo obrero. A estos sindicatos
se les denomina sindicatos
alternativos
para diferenciarlos de los sindicatos institucionalizados. Lo de
alternativo
no
deja de ser curioso, ya que, en realidad, estas organizaciones
sindicales no ofrecen un modelo distinto de lo que ha de entenderse
como sindicalismo de clase, heredero de las mejores tradiciones de la
clase obrera. En realidad, no existe un modelo alternativo de hacer
sindicalismo de clase. Existe por un lado, sindicatos que dejaron de
serlo para convertirse en agentes sociales del régimen, y por otro,
organizaciones sindicales que defienden los intereses de la clase
obrera mediante la organización y movilización de las trabajadoras
y trabajadores, extremo este sumamente temido y odiado por la
patronal. Sindicatos donde la voz de todos sus afiliados y afiliadas
es oída, donde las formas asamblearias no se han perdido, donde el
mandato de sus representantes y delegados es imperativo y sujeto
siempre al cumplimiento estricto de sus deberes, donde la
transparencia en el trabajo sindical es requisito indispensable,
donde el pacto con la patronal ha quedado descartado. En frente, nos
encontramos con organizaciones donde sus afiliados solo son un número
a tener en cuenta a la hora de percibir las migajas que les destina
el gobierno; donde la práctica sindical, honrada y valiente, salvo
honrosas excepciones, ha desaparecido para dejar su lugar a prácticas
gansteriles, miserables y viles, reflejo del nivel de corrupción de
sus cúpulas dirigentes.
Así
pues, ¿podemos hablar realmente de desunión de la clase obrera? ¿O
simplemente podemos hablar de sectores de nuestra clase que aún
marchan bajo pabellón ajeno y otros que, en cambio, han levantado
sus propias banderas, enfrentándose a la patronal y sus sicarios?
Visto
así el problema, no cabe duda que es una cuestión de tiempo en que
la clase obrera, más pronto que tarde, decida aunar sus fuerzas en
un único sentido, el de su liberación de las garras del capital.
Si
prestamos atención al desarrollo de los actuales acontecimientos,
podemos darnos cuenta de cómo una inmensa parte de la población del
estado español está cada día más movilizada y activa. La ejemplar
organización de nuestras hermanas y hermanos catalanes, con sus CDR
a la cabeza, la tremenda respuesta por parte de las mujeres a la
reciente sentencia de "la manada" es buena prueba de ello,
o los pensionistas, por ejemplo. Por doquier vemos como la población
ya no se deja gobernar como antes, como la protesta social aumenta y
como el régimen ya no puede seguir gobernando como antes, viéndose
obligado a aumentar la represión sobre la población, desterrando
las formalidades democrático-burguesas y adoptando formas cada vez
más fascistas; y como los agentes
sociales ven
con desesperación como van perdiendo influencia entre las masas
obreras.
Así
pues, no se trata de una desunión irreparable en la clase obrera,
sino la expresión de dos formas antagónicas, que se corresponden
fielmente con la contradicción principal del sistema capitalista,
que es la relación capital-trabajo. Unos tratan de mantener a la
clase obrera sujeta y sumisa a los dictados del capital; otros, en
cambio, tratamos de romper esas cadenas y liberarnos del odiado
opresor. Cada día que pasa, trabajadoras y trabajadores,
desengañados y escarmentados de los "vende humos", vienen
a engrosar las filas combatientes del "sindicalismo
alternativo". Esto es ya una realidad.
¡¡¡VIVA
LA CLASE OBRERA!!!
2
de mayo de 2018
1
Prólogo a la edición alemana de 1890 del
Manifiesto Comunista
2
Estas centrales sindicales han dejado de ser sindicatos para
convertirse en agentes sociales, es decir, en colaboradores
necesarios del capital para una mejor gestión de sus políticas
económicas, las cuales se centran en aumentar su tasa de ganancias
a costa de aumentar la explotación de la clase obrera. Recortes de
salarios, contratación fraudulenta e inestable, ataque al sistema
de pensiones, beneficios en las cuotas de la Seguridad Social para
las empresas, sobre todo las grandes, extinción de la negociación
colectiva, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario